Una vez en casa, junto a la chimenea encendida y al lado de las brasas, comencé a desvestirme creyendo ser un “ser invisible”, mas sola estaba, por lo que nada debía de temer; tapándome con la manta observe mi chaqueta llena de tierra con agua, mis jeans favoritos empapados y las botas de cuero sintético destrozadas… mis manos llenas de sangre comenzaron a acercarse lentamente al fuego, cada vez más y más, hasta quedar completamente calcinadas. De la nada aparecí ahogándome entre sueños, pero aprendí a nadar en ellos y hacerlos participe de mi realidad, pero la excepción no tuvo compasión y se apodero del tema. Había uno excluido entre ellos, uno que no sabía controlar, uno que se repetía sin contar, que aparecía sin yo llamar… las mismas caras, los mismos personajes, el mismo contexto de sueño, aparecía en mi de vez en cuando… y aun no sabia nadar en el, no podía aprender… y el sueño me hacia volar, lo amaba y odiaba sin parar.